Con el firme propósito de licenciarme en Filología Inglesa en tan solo un par de semanas, estoy escribiendo un ensayo que indague las relaciones entre el teatro de Beckett y las prácticas clownescas contemporáneas. Para ello, he contado con la inestimable ayuda de dos de mis profesores de clown en la Escuela Municipal de Teatro de Zaragoza, Amparo Nogués y Alfonso Palomares, a los que he pedido que me contestasen a unas preguntas sobre esta disciplina teatral. Sin más preámbulos, dejo aquí la mini-entrevista.
¿Por qué os dedicáis al clown y no a otra disciplina teatral?
Alfonso: En realidad no me dedico sólo al
Clown, practico otras técnicas de interpretación o estilos si se
prefiere. Pero si es cierto que el espíritu del paya esta muy
presente en la matriz de todos mis trabajos interpretativos y
textuales. La razón es que la técnica de clown conlleva lo que
para mi es la esencia de la interpretación: el juego. Para mi el
clown es una herramienta que me acerca a una verdad mucho más
interesante que la verdad racional. El clown me acerca más a mi
inconsciente y por lo tanto hace que yo como intérprete dé
respuestas más inesperadas , auténticas y convincentes.
Amparo: Me encontré con un profesor,
Maestro para mí, que se llamaba Miguel Garrido que cuando comencé
a descubrir en la EMTZ que era esta aventura de hacer teatro me
introdujo en la interpretación del clown y tras hacer distintos
ejercicios en los que tuve la suerte de triunfar y en algunos de
encajar el fracaso, decidí que quería ser clown. Después la vida
me ha ido llevando a realizar este tipo de trabajos, siguiendo con
la formación y alternándola con la dirección de espectáculos
clown y con la docencia de esta técnica.
Actualmente sigo
haciendo este tipo de trabajo, alternándolo también con otros de
otros estilos, porque me hace muy feliz, me hace conectar con la
ternura, la ingenuidad, con una manera más tranquila y pausada de
ver la vida y creo que es un buen medio de hacer reir , de compartir
historias y de poner en duda muchos de los pensamientos actuales.
¿Qué es lo que menos parece entender la gente sobre el clown?
Alfonso: Creo que una de las cosas más
difíciles de entender , aparte de la cuestión de ser clown y no
interpretar a un clown, es el tema de encajar la derrota, el fracaso.
El clown y la comedia en general es un individuo en apuros y cuanto
mejor encaje esas desgracias mejor será el resultado de su trabajo.
Y eso es muy difícil de conseguir.
Amparo: Lo podríamos dividir en dos tipos
de gente. Los que se dedican profesionalmente a ello y el público
que está de espectador.
Para los primeros
creo que lo que más cuesta de entender, desde el punto de vista de
la docencia, es que cuantas más herramientas tengas como actor más
herramientas tiene el clown para jugar, es decir la complejidad del
poder repetir unas mismas acciones en un espectáculo de clown fijo
tiene mucho que ver con el entrenamiento del actor-clown, y esto hoy
no se conoce mucho. Es una técnica que se ha puesto muy de moda y se
hacen muchos cursillos de pocos días que realmente no ayudan a saber
como funciona la técnica y después hacer un entrenamiento adecuado
y por supuesto no favorece mucho a encontrar verdaderamente el clown
de cada uno. Mi Maestro decía que el clown es un “gran interprete”
y la verdad es que con los años he descubierto que tenía mucho de
cierto esta afirmación.
Con respecto al
público creo que si hay un gran interprete haciendo clown el público
entra en el juego, incluso se siente participe y lo entiende
perfectamente. Tal vez como hoy hay tantos híbridos del clown
clásico pues se podría matizar según los casos, pero si tienes
sensibilidad y conectas bien con la técnica la gente encuentra esa
parte oculta que todos tenemos y nos cuesta tanto mostrar.
¿Creéis que un clown se puede heredar? ¿Que dos actores interpreten al mismo clown?
Alfonso: El payaso se puede heredar, el clown
no. El payaso puede ser un personajes más arquetipo, al clown le
cuesta un poquito más. Dos actores pueden interpretar el mismo
personaje clownesco, pero no el mismo clown. Tiene demasiado que ver
con la persona. Una cosa es el espíritu clown, que puede tener un
personaje que interpreten diferentes actores y otra un clown como el
flaco de Laurel and Hardy ( el Gordo y el laco).
Amparo: Creo que
determinados clowns se podrán imitar pero concretamente el clown no
hay costumbre de repetir el mismo dos personas, como ocurre con
personajes de la Comedia del Arte. Tal vez si que sean de la misma
familia de clowns pero realmente funciona cuánto más tuyo sea y
tenga una personalidad propia. La singularidad que cada persona
aporta a su personaje clown es lo que le da magia. A Charlie Chaplín
se le puede imitar, incluso te puedes sorprender de la magnifica
imitación pero la forma de sentir y de ver la vida de Chaplín era
algo suyo. Habría que hacer un estudio diferente y hacer un
personaje tipo como Arlequino o Pierrot, pero aún así es tan
pequeña la máscara o tan especial la técnica que la sensibilidad
que tu tienes es la que le da la personalidad y siempre es diferente.
Tal vez los
payasos clásicos de circo tienen rutinas que siempre se repiten o
dramaturgias que siempre funcionan, el augusto, contraaugusto y cara
blanca, pero la personalidad de cada personaje tiene sus matices
dependiendo de la persona y esto los enriquece.
¿Por qué la improvisación es esencial antes de fijar el espectáculo?
Alfonso: Porque hay que encontrar el camino
que nadie se espera, ni siquiera el interprete. El Clown no vive en
el terreno de lo intelectual. No habita en el córtex pre frontal
de nuestro cerebro. Por eso es divertido , porque la risa que genera
y la atracción en general que suscita proceden de nuestros temores
más profundos o de nuestros sueños escondidos. Es en la
improvisación dónde los artistas pueden perderse en crear.
Amparo: La verdad es que
es fundamental la improvisación para encontrar el clown que tenemos.
El clown conecta
directamente con el niño que todos tenemos y este punto de partida
nos hace despertar ese niño y jugar, hacerlo de miles de formas para
encontrar la tuya propia y después adecuarla a la técnica y a los
ritmos del número o del espectáculo. En un primer momento es para
desinhibir al actor y sacarle la parte tierna y de juego, en una
segunda para que conozca el juego con la pequeña máscara y su
relación con el público y en una tercera para ver que quieres
contar y cómo hacerlo para que se transmita.
¿Hacia dónde pensáis que se dirigen los espectáculos de clown?
Alfonso: Los tiempos cambian y los ritmos también. Nos movemos en una
cultura con anuncios de 20 segundo y 75 planos de cámara. Pero hay
gente para todo. Vemos clowns que parecen Bufones, clowns de 25 años
al estilo clásico, sin texto y tranquilos. Pero también
espectáculos de clown a toda pastilla. Como siempre todo esto da
igual , lo importante es que la propuestas estén bien resueltas y
que le gusten al público.
Hoy en día sirven
para hacer pequeños paréntesis en nuestras vidas y pararnos en
cosas que no hacemos habitualmente, en disfrutar de una torpeza, de
una sonrisa, de una lágrima. En jugar, en observar y dar valor a
cosas pequeñas, en mostrarnos una forma de ver la vida distinta que
nos conecta con sentimientos muy profundos que todos tenemos y que
aparecen cuando ves un buen espectáculo de clown, en aceptar los
fracasos, en encajarlos, en celebrar los triunfos y el encajarlos y
todo esto compartido con los demás. La verdad es que para mí es una
buena lección de vida y aunque hoy se “abufonen” un poco por la
realidad tan cruda que vivimos me hacen sentirme feliz y eso es
mucho.
El clown seguirá
siempre, adecuando sus personajes a las distintas épocas. Estos
seres no desaparecerán nunca pues los seres humanos necesitamos
retomar en alguna ocasión y sobre todo en forma de rito, la pureza
del niño y nuestra propia conexión con nuestro ser más profundo,
sincero y juguetón. para reírnos de nosotros mismos, de los demás
y de la forma cada vez más absurda de moldear el mundo. Es una vía
de escape.