miércoles, 6 de junio de 2012

Entrevista con Amparo Nogués y Alfonso Palomares. El Clown.

Con el firme propósito de licenciarme en Filología Inglesa en tan solo un par de semanas, estoy escribiendo un ensayo que indague las relaciones entre el teatro de Beckett y las prácticas clownescas contemporáneas. Para ello, he contado con la inestimable ayuda de dos de mis profesores de clown en la Escuela Municipal de Teatro de Zaragoza, Amparo Nogués y Alfonso Palomares, a los que he pedido que me contestasen a unas preguntas sobre esta disciplina teatral. Sin más preámbulos, dejo aquí la mini-entrevista.

¿Por qué os dedicáis al clown y no a otra disciplina teatral?
Alfonso: En realidad no me dedico sólo al Clown, practico otras técnicas de interpretación o estilos si se prefiere. Pero si es cierto que el espíritu del paya esta muy presente en la matriz de todos mis trabajos interpretativos y textuales. La razón es que la técnica de clown conlleva lo que para mi es la esencia de la interpretación: el juego. Para mi el clown es una herramienta que me acerca a una verdad mucho más interesante que la verdad racional. El clown me acerca más a mi inconsciente y por lo tanto hace que yo como intérprete dé respuestas más inesperadas , auténticas y convincentes.

Amparo: Me encontré con un profesor, Maestro para mí, que se llamaba Miguel Garrido que cuando comencé a descubrir en la EMTZ que era esta aventura de hacer teatro me introdujo en la interpretación del clown y tras hacer distintos ejercicios en los que tuve la suerte de triunfar y en algunos de encajar el fracaso, decidí que quería ser clown. Después la vida me ha ido llevando a realizar este tipo de trabajos, siguiendo con la formación y alternándola con la dirección de espectáculos clown y con la docencia de esta técnica. 
Actualmente sigo haciendo este tipo de trabajo, alternándolo también con otros de otros estilos, porque me hace muy feliz, me hace conectar con la ternura, la ingenuidad, con una manera más tranquila y pausada de ver la vida y creo que es un buen medio de hacer reir , de compartir historias y de poner en duda muchos de los pensamientos actuales.

¿Qué es lo que menos parece entender la gente sobre el clown?

Alfonso: Creo que una de las cosas más difíciles de entender , aparte de la cuestión de ser clown y no interpretar a un clown, es el tema de encajar la derrota, el fracaso. El clown y la comedia en general es un individuo en apuros y cuanto mejor encaje esas desgracias mejor será el resultado de su trabajo. Y eso es muy difícil de conseguir.

Amparo: Lo podríamos dividir en dos tipos de gente. Los que se dedican profesionalmente a ello y el público que está de espectador. 
Para los primeros creo que lo que más cuesta de entender, desde el punto de vista de la docencia, es que cuantas más herramientas tengas como actor más herramientas tiene el clown para jugar, es decir la complejidad del poder repetir unas mismas acciones en un espectáculo de clown fijo tiene mucho que ver con el entrenamiento del actor-clown, y esto hoy no se conoce mucho. Es una técnica que se ha puesto muy de moda y se hacen muchos cursillos de pocos días que realmente no ayudan a saber como funciona la técnica y después hacer un entrenamiento adecuado y por supuesto no favorece mucho a encontrar verdaderamente el clown de cada uno. Mi Maestro decía que el clown es un “gran interprete” y la verdad es que con los años he descubierto que tenía mucho de cierto esta afirmación.
Con respecto al público creo que si hay un gran interprete haciendo clown el público entra en el juego, incluso se siente participe y lo entiende perfectamente. Tal vez como hoy hay tantos híbridos del clown clásico pues se podría matizar según los casos, pero si tienes sensibilidad y conectas bien con la técnica la gente encuentra esa parte oculta que todos tenemos y nos cuesta tanto mostrar.

¿Creéis que un clown se puede heredar? ¿Que dos actores interpreten al mismo clown? 

Alfonso: El payaso se puede heredar, el clown no. El payaso puede ser un personajes más arquetipo, al clown le cuesta un poquito más. Dos actores pueden interpretar el mismo personaje clownesco, pero no el mismo clown. Tiene demasiado que ver con la persona. Una cosa es el espíritu clown, que puede tener un personaje que interpreten diferentes actores y otra un clown como el flaco de Laurel and Hardy ( el Gordo y el laco).

Amparo: Creo que determinados clowns se podrán imitar pero concretamente el clown no hay costumbre de repetir el mismo dos personas, como ocurre con personajes de la Comedia del Arte. Tal vez si que sean de la misma familia de clowns pero realmente funciona cuánto más tuyo sea y tenga una personalidad propia. La singularidad que cada persona aporta a su personaje clown es lo que le da magia. A Charlie Chaplín se le puede imitar, incluso te puedes sorprender de la magnifica imitación pero la forma de sentir y de ver la vida de Chaplín era algo suyo. Habría que hacer un estudio diferente y hacer un personaje tipo como Arlequino o Pierrot, pero aún así es tan pequeña la máscara o tan especial la técnica que la sensibilidad que tu tienes es la que le da la personalidad y siempre es diferente.
Tal vez los payasos clásicos de circo tienen rutinas que siempre se repiten o dramaturgias que siempre funcionan, el augusto, contraaugusto y cara blanca, pero la personalidad de cada personaje tiene sus matices dependiendo de la persona y esto los enriquece.

¿Por qué la improvisación es esencial antes de fijar el espectáculo?


Alfonso: Porque hay que encontrar el camino que nadie se espera, ni siquiera el interprete. El Clown no vive en el terreno de lo intelectual. No habita en el córtex pre frontal de nuestro cerebro. Por eso es divertido , porque la risa que genera y la atracción en general que suscita proceden de nuestros temores más profundos o de nuestros sueños escondidos. Es en la improvisación dónde los artistas pueden perderse en crear.

Amparo: La verdad es que es fundamental la improvisación para encontrar el clown que tenemos.
El clown conecta directamente con el niño que todos tenemos y este punto de partida nos hace despertar ese niño y jugar, hacerlo de miles de formas para encontrar la tuya propia y después adecuarla a la técnica y a los ritmos del número o del espectáculo. En un primer momento es para desinhibir al actor y sacarle la parte tierna y de juego, en una segunda para que conozca el juego con la pequeña máscara y su relación con el público y en una tercera para ver que quieres contar y cómo hacerlo para que se transmita.

¿Hacia dónde pensáis que se dirigen los espectáculos de clown?

Alfonso: Los tiempos cambian y los ritmos también. Nos movemos en una cultura con anuncios de 20 segundo y 75 planos de cámara. Pero hay gente para todo. Vemos clowns que parecen Bufones, clowns de 25 años al estilo clásico, sin texto y tranquilos. Pero también espectáculos de clown a toda pastilla. Como siempre todo esto da igual , lo importante es que la propuestas estén bien resueltas y que le gusten al público.


Amparo: Los espectáculos de clown se dirigen fundamentalmente hacer reir, a hacer pasar un buen rato al espectador.
Hoy en día sirven para hacer pequeños paréntesis en nuestras vidas y pararnos en cosas que no hacemos habitualmente, en disfrutar de una torpeza, de una sonrisa, de una lágrima. En jugar, en observar y dar valor a cosas pequeñas, en mostrarnos una forma de ver la vida distinta que nos conecta con sentimientos muy profundos que todos tenemos y que aparecen cuando ves un buen espectáculo de clown, en aceptar los fracasos, en encajarlos, en celebrar los triunfos y el encajarlos y todo esto compartido con los demás. La verdad es que para mí es una buena lección de vida y aunque hoy se “abufonen” un poco por la realidad tan cruda que vivimos me hacen sentirme feliz y eso es mucho.
El clown seguirá siempre, adecuando sus personajes a las distintas épocas. Estos seres no desaparecerán nunca pues los seres humanos necesitamos retomar en alguna ocasión y sobre todo en forma de rito, la pureza del niño y nuestra propia conexión con nuestro ser más profundo, sincero y juguetón. para reírnos de nosotros mismos, de los demás y de la forma cada vez más absurda de moldear el mundo. Es una vía de escape.

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